Segunda clase de movimiento y expresión corporal, otra vez
ropa cómoda, disposición para ensuciarnos y pasarlo bien.
Nuevamente la clase comenzó con una caminata similar a la
clase anterior, en silencio y relajados a modo de calentamiento previo a la
verdadera actividad. Luego el curso se dividió en dos grupos los cuales
debíamos seguir una serie de movimientos un tanto graciosos, con la finalidad
de soltar nuestras extremidades y dominar por completo nuestro cuerpo.
Después de esto la profesora nos dio la opción de escoger en
que grupo queríamos estar; muy motivados con ganas de demostrar toda nuestra
energía en el movimiento, con ganas de moverse pero no tanto y los que no
querían trabajar con sus cuerpos o tenían alguna dificultad para hacerlo. Yo
decidí integrarme al que se encontraba intermedio, el cual debía trabajar con
sus máscaras, quería moverme y gozar, pero no era para tanto…
Las instrucciones eran claras y a idea era preparar una
rutina de movimientos lo más improvisada posible, y así fue… por más que
intentamos sincronizar algo, una especie de escenografía, terminamos sólo
improvisando porque la organización del grupo nunca resultó, cosa no muy poco común.
Al entrar a la sala la idea era mostrar y darle protagonismo a nuestras
máscaras por lo que intentamos representar la idea de que eran ellas las que le
daban vida a nuestro cuerpo. Al utilizarlas partía el movimiento y nuestro
cuerpo representaba una especie de vida salvaje con una presentación algo desordenada con ruidos y por el contrario al no tenerlas puestas perdemos nuestras fuerzas,
nos desplomamos y termina la función.
El siguiente grupo capto y desarrollo mejor el concepto de
movimiento, desde el principio realizando danzas algo calmadas hasta lograr el
máximo grado de intensidad con sus cuerpos, un poco de dispersión y también
dejando al descubierto el contacto físico entre cada uno de ellos, que, en este
caso al tocarse, representaba una especie de congelamiento en la escena
Para la presentación del tercer grupo, la profesora nos
pidió acostarnos en el suelo y relajarnos, sentir nuestra respiración y
nuevamente el silencio fue clave, nos dios algunos consejos para lograr
aumentar esta sensación de tranquilidad adelantándonos un poco la unidad del
segundo semestre.
Con los ojos cerrados y el cuerpo en paz comenzó a sonar una
melodía… ¡era la presentación del tercer grupo! Con este sonido de fondo que a
ratos era similar al latido de nuestro corazón logramos llevar nuestra
tranquilidad a su máximo nivel, incluso en lo personal al borde de dormirme.
Nuevamente descubrimos los poderes que tiene la música como
ocupación tanto en las personas que realizan la actividad como el efecto que
provoca en quien la escucha. La importancia de dominar nuestro cuerpo en el
movimiento, en este caso mover extremidades independientes al tronco, darle
fluidez a éstos mismos etc. Además cada una de estas actividades nos enseña y
ayuda a perder un poco la vergüenza frente al resto, lo cual debemos
desarrollar y desenvolvernos tranquila y relajadamente delante del paciente.
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